#1
Las historias estaban mal contadas: Garfio nunca fue el villano.
Durante dos siglos, todas las mujeres Darling han desaparecido al cumplir 18 años. A veces se van sólo un día, otras una semana o un mes. Pero siempre regresan rotas.
Ahora, en la tarde de mi cumpleaños número 18, mi madre corre por la casa asegurándose de que todas las ventanas están enrejadas y las puertas cerradas.
Pero es inútil.
Porque cuando cae la noche, él viene por mí. Y esta vez, el Rey de Nunca Jamás y los Niños Perdidos no están dispuestos a dejarme ir.
#2
Pasé la mayor parte de mi vida sintiéndome muerta por dentro... hasta que conocí a Peter Pan y a los Niños Perdidos.
No fue hasta Pan y el País de Nunca Jamás que finalmente me sentí viva.
Pero en la isla no todo es magia y luz solar. Hay algo más oscuro y siniestro rodeando el bosque.
Y lo que es peor, la reina de los fae y el Capitán Garfio están dispuestos a luchar por el control de Nunca Jamás y no se detendrán ante nada para conseguir lo que quieren. Incluyendo el uso de la única cosa que Pan nunca pensó que quería o necesitaba: yo. Soy descendiente de la familia Darling y ahora le pertenezco a él y a los Niños Perdidos.
La guerra se está gestando: ¿podrá el Rey del Nunca Jamás recuperar su sombra y asumir su legítimo trono? Y si lo logra, ¿dónde encajo yo?
¿O todo el País de Nunca Jamás estará en peligro junto con mi oscuro y retorcido corazón?
#3
El Oscuro finalmente me ha aceptado... justo a tiempo para que todo cambie. Porque el hermano de Vane, El Cocodrilo, acaba de llegar a Nunca Jamás y no está solo. Ha traído con él a miembros de la familia real del País Oscuro y quieren la Sombra de la Muerte de Vane a toda costa.
Por supuesto, Peter Pan, Vane, Kas y Bash, todos están familiarizados con la guerra. Pero la guerra no es fácil cuando el amor está en juego. Sé que esos malvados Niños Perdidos harían cualquier cosa para protegerme. ¿Pero, y si no soy yo la que necesita ser salvada?
A medida que el poder cambia en la isla y las sombras se reclaman, los cinco tenemos que dejar ir lo que éramos, si tenemos alguna oportunidad de convertirnos en lo que estamos destinados a ser.