#1
¿Puedes guardar un secreto?
Crecí enferma.
Permíteme aclarar.
Crecí creyendo que las verdaderas historias de amor incluyen un mártir o exigen un gran sacrificio para ser digno.
Por eso, me lo creí, porque me obligué a creerlo, y engendré el más masoquista de los corazones románticos, lo que resultó en mi enfermedad.
Cuando viví esta historia, mi propio cuento de hadas retorcido, no me di cuenta en ese momento porque era joven e ingenua. Cedí a la tentación y alimenté a la bestia que me golpeaba, que se volvía más sedienta con cada tajo, cada golpe, cada puñalada.
Triple Falls no era en absoluto lo que parecía, como tampoco lo eran los hombres que me acogieron bajo su ala. Pero para mantenerlos, tenía que estar al tanto de sus secretos.
Secretos que nos costaron todo por guardarlos.
Esa es la novedad de la ficción frente a la realidad. No puedes revivir tu propia historia de amor, porque cuando te das cuenta de que la estás viviendo, ya ha terminado. Al menos ese fue mi caso y el de los hombres a los que confié mi insensato corazón.
Mirando hacia atrás, estoy convencida de que he querido que mi historia exista debido a mi enfermedad.
Y todos fuimos castigados.
#2
¿Se puede vivir una mentira?
Es un pueblo fantasma, este lugar que me persigue, el que me hizo.
Tengo claro que nunca superaré a Triple Falls ni sobreviviré al tiempo que pasé aquí.
Todavía puedo sentirlos a todos, mis chicos del verano.
Incluso cuando percibí el peligro, me rendí.
No hice caso a una sola advertencia. Dejé que mi enfermedad, mi amor, me dominaran y arruinaran. Hice mi papel, con los ojos bien abiertos, tentando al destino hasta que lo entregó.
Nunca iba a haber un escape.
Todos nosotros tenemos la culpa de lo que pasó. Todos nosotros cumpliendo nuestras propias sentencias. Fuimos descuidados e imprudentes, pensando que nuestra juventud nos hacía indestructibles, exentos de nuestros pecados, y nos costó a todos. Se acabó el fingir que no dejé la mayor parte de mí entre estas colinas y valles, entre el mar de árboles que guardan mis secretos.
Es la razón por la que he vuelto. Para hacer las paces con mi destino.
Y si no puedo llorar lo suficiente para curarme en mi tiempo aquí, seguiré enferma.
Esa será mi maldición.
Próximo libro