Llegué, la vi, la quise.
Cuando puse los ojos en Milana, supe inmediatamente que tenía que tenerla. No me importaba que tuviera que ir a una cita con otra persona. Ni siquiera me importaba si tenía que fingir que era dicha cita a ciegas. Sabía que ella me pertenecía y la tendría aunque el mundo entero estuviera en mi contra.
Llegó, me vio, me quiso.
He tropezado mucho en mi vida. Mi segundo nombre debería ser “upss”. Las cosas no siempre salen como quiero, y por eso me sorprende que la cita que me organizó mi mejor amiga resulte ser un hombre guapísimo que me deja boquiabierta: es demasiado guapo y encantador para el bien de cualquiera. Lleva desamor escrito por todas partes. Aunque ahora está decidido a no perderme de vista, me temo que si cedo, será el mayor error de mi vida cuando se dé cuenta de que todos esos descuidos que hago no son tan adorables como él cree.