“Al final, solo tres cosas importan: cuánto amaste, cuán suavemente viviste y con qué dignidad dejaste ir las cosas que no estaban destinadas a ti.”
Desconocido.
Era una gran mentira. La mentira más grande que alguna vez dijo.
Resonaba en su cabeza mientras la decía, sonando siniestramente, y la chica detrás de sus ojos, la chica que sabía la verdad gritó, y su grito hizo eco junto a la mentira.
—¿Estás enamorada de Noah, Mercedes? —preguntó Cora—. Quiero decir... sé que lo amas. Han sido amigos desde siempre. Todos lo hemos sido. ¿Pero estás enamorada de él?
Si hubiera sido alguien más, quien sea, Mercedes habría sacado su pecho, doblado sus brazos delgados, y dado a conocer sus sentimientos. Lo habría reclamado. Pero era Cora. Valiente, hermosa y rota Cora, y Cora también amaba a Noah.
Así que Mercedes mintió.
Y con esa mentira, lo perdió. Con esa mentira, selló su destino.
Fue la mejor amiga, la dama de honor, la madrina, el pegamento.
Estuvo ahí en los buenos y malos momentos, en los altos y bajos, los grandes momentos y las pequeñas partes.
Y estuvo ahí cuando todo se vino abajo.
Esta es la historia de la chica que no se quedó con el chico.